Los procesos industriales son grandes consumidores de energía térmica (calor). Este calor a alta temperatura es generado mediante calderas alimentadas por combustibles fósiles (Gas natural, gasóleo, carbón, etc.) El fluido que utilizan estas calderas depende del proceso, pero los más habituales son: Agua presurizada (sobrecalentada), aceite térmico y vapor.
Para conseguir calentar un fluido a la temperatura que necesitan los procesos industriales se utilizan colectores solares de concentración. Los colectores de concentración actuales alcanzan temperaturas de hasta 400ºC, por lo que son capaces de suministrar vapor (o cualquier tipo de fluido) a la misma temperatura y presión, que las calderas utilizadas por la mayoría de industrias. Aunque la energía solar sólo está disponible durante el dia, esta puede almacenarse facilmente para su uso posterior.
Las instalaciones solares no suelen diseñarse para reemplazar por completo a las calderas convencionales. Generalmente la planta solar se utiliza como apoyo a la caldera convencional. De esta manera, del total de la energía consumida por una determinada industria, una parte la genera la instalación solar y el resto se sigue generando mediante calderas convencionales. La relación entre la energía generada por la planta solar y el total de la consumida se denomina "Fracción solar". La fracción solar depende de muchas variables (radiación solar del emplazamiento, perfil de demanda de la industria, temperatura del proceso, etc), pero generalmente está entre un 20 y 60%.
La energía solar es técnicamente viable en la mayoría de procesos industriales. Al generar calor de la misma calidad que las calderas convencionales, el proceso industrial no percibe ninguna diferencia. Sin embargo, para que un sistema solar sea atractivo económicamente, se deben dar las siguientes condiciones:
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